viernes, 2 de marzo de 2018

Recaída.

He vuelto como lo hace el ajo a tu garganta dos horas después de haber comido, he vuelto en forma de fantasma que arrastra una pena más grande que la cola del paro en España. He vuelto sin querer volver, mirando atrás después de haberme prometido que no lo haría. Lo he hecho pero sin tocar fondo, pues nunca me gustó bañarme en piscinas en las que hago pie y menos si están llenas de mierda.

He vuelto más triste que volver a casa de fiesta sola y de día, borracha, con la certeza de que el finde que viene volverá a ser igual. Más triste que llegar tarde al trabajo con la excusa de haber perdido el metro, por enésima vez en el mismo mes.

Pero con la cabeza más alta que el puto Teide, o que la luna. Incluso más alta que el placer que sentiste en el mejor orgasmo que recuerdas.

He muerto, pero he resucitado con la misma pasión que Camarón a la voz y Paco de Lucía a la guitarra.